Por: Sofía Guerra Patiño – Comunicaciones Levapan.
La creciente demanda por parte de los empaque ecológicos ha desarrollado nuevos sistemas de envasados con un tiempo de degradación corto que contribuye al medio ambiente.
En los últimos años, una de las alternativas ecológicas que ha tomado fuerza es el recubrimiento comestible en los empaques, el cual consiste en utilizar excesos de comida para fabricar envases. En el que se unen miles de compañías de alimentos, bebidas, restaurantes para reducir el desperdicio que contribuye a los gases de invernadero que afectan al planeta. Por eso varios grupos de investigadores han trabajado para convertir en alimentos como los hongos, Kelp (un tipo de alga), leche, cáscaras de tomate, en reemplazo del plástico, envolturas y otros materiales de empaques.
Foto tomada de noticiasambientales.com
Tipos de envases comestibles
– Cápsulas biodegradables por el agua
El agua embotellada es responsable de gran parte de los desechos plásticos. Para dar solución a este problema varios laboratorios en todo el mundo trabajaron y lograron diseñar cápsulas que contienen agua potable dentro una membrana comestible hecha de un extracto natural de algas. Además si usted como consumidor no desea comerlas, se biodegradan en solo 4 – 6 semanas, el mismo tiempo que las frutas. Por otro lado, la membrana puede ser aromatizada y coloreada. Además se puede usar para envasar líquidos como refrescos, licores y cosméticos. Algunas empresas que han diseñado envases comestibles bajo esta modalidad son: el laboratorio Skipping Rocks y la compañía Notpla.
Foto tomada de cupffee.me
– Vasos comestibles
Los vasos desechables son una gran fuente de contaminación en el planeta. Por eso, los vasos comestibles son una buena solución para contribuir a este problema. Estos vasos no tienen ninguna contraparte al ser consumidos porque pueden estar fabricados de gelatina de agar, que son extraídos de las algas de mar. Además tienen sabores como caramelo, chocolate y mango. Por otro lado, el producto tiene un proceso de degradación aproximadamente de 24 meses en el suelo y en el agua 24 horas.
Las pioneras en crear vasos comestibles fueron Chelsea Briganti y Leigh Ann Tucker, unas amigas estadounidenses que decidieron emprender con este proyecto que llamaron “Loliware”. Estos coloridos vasos hechos en gelatina de agar fueron lanzados al mercado en el año 2015, en New York a un precio de 4 vasos por 16 dólares. Finalmente, la empresa búlgara Cupffee cambia el concepto y crea vasos elaborados con cereales que permanecen crujientes por 40 minutos, aguantan temperaturas de 85 grados y no modifica el sabor del contenido.
– Envolturas a base de algas
Según la Coalición de Contaminación Plástica, alrededor del 33% del total del plástico producido se utiliza una sola vez y luego se desecha debido a la inmensa contaminación global. Por eso, la empresa de Indonesia, Evoware, ha encontrado la forma de producir envolturas biodegradables a base de algas marinas, capaces de resistir máximo dos años pero solubles en agua caliente y totalmente comestibles. La compañía ofrece dos variedades: uno biodegradable que puede ser utilizado para el envasado de jabones y otros productos no comestibles. El otro biodegradable comestible para ser utilizado como envoltorio de alimentos. Este se disuelve en agua tibia y se considera nutritivo ya que contiene fibras, vitaminas y minerales. Además puede ser personalizado para tener un sabor específico, color y logo.
– Platos de trigo
El salvado de trigo se convierte en bioplástico usado para hacer platos y cubiertos ecológicos. En un procedimiento que no usa aditivos, requiere poca agua, y es una respuesta ante la grave crisis de los residuos plásticos. Jerzy Wysocki es un agricultor molinero de Polonia que después de varios experimentos, mezcló el salvado con agua, lo calentó y presurizó. El resultado fue un material resistente que puede ser utilizado como vajilla para la comida. Posteriormente, logró consolidar la empresa Biotrem que creó una vajilla cubierta de salvado de trigo que además de ser comestible es biodegradable en un plazo de 30 días.
